Para muchos la Navidad se ha convertido en un estrés indecible. El afán de comprar los regalos, de comprar los ingredientes para la comida de Navidad, de tener la casa preparada para las visitas y además mantener el ritmo normal del día a día.
No es de extrañar que para muchas personas la Navidad sea una época de tanto ajetreo que ven estas fechas como algo muy pesado, deseando que pasen rápido y poder volver pronto a la rutina de siempre.
Hemos convertido unas fiestas entrañables, con un significado de compartir cariño, amor con nuestros seres queridos y dar a los que están en necesidad en una fiesta completamente materialista, que en lugar de traer alegría a nuestras casa, si no somos cuidadosos puede traer nerviosismo, desavenencias, disgustos, presión, etc.
No podemos ni debemos dejarnos arrastrar por este espíritu estresante, ni olvidarnos del verdadero motivo por el que estamos teniendo esta celebración. Quizás es bueno parar y reflexionar en lo siguiente y decidir cómo queremos vivir la Navidad:
- ¿Qué es para mí la Navidad?
- ¿Qué es lo que más valoro de estas fiestas?
- ¿Qué es lo más importante para mí, los regalos y la fiesta o el tiempo que puedo pasar con mis seres queridos o lo que pueda hacer por otros?
- ¿Cuáles son mis prioridades?
- No gastes por encima de tu presupuesto. Si no puedes hacer regalos más caros, hazlos más sencillos. Recuerda que al fin y al cabo es sólo un toque de amor para los nuestros.
- Recuerda que las personas son más importantes que las cosas.
- Trata de tener un buen balance y prepara las cosas con tiempo.
- No trates de hacerlo todo sola, agradece la colaboración de los demás.
- Y sobre todo procura disfrutar del lado espiritual de estas fiestas, que es manifestar amor a los que nos rodean.
Espero que esto te anime y te deseo que pases una ¡FELIZ NAVIDAD LLENA DE PAZ Y AMOR!
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